1868 – 150 Aniversario del apellido Colaccini – 2018

Todos tenemos un nombre y un apellido, un apellido que nos relaciona como familia. En general ese apellido nos distingue, puede tener historia o no. Sin embargo, pocos son los que conocen la historia de su apellido y más aún desde cuándo la familia lo usa ¿Sabés cuándo nació tu apellido?

Yo sí. Sé cuándo nació «mi apellido«. Hace exactamente 150 años! Aquí va la historia. No es una historia de guerras, valor, heroísmo, es simplemente, la historia de mi apellido.

Apellido Colaccini. 150º Aniversario. 1868 – 28 de abril – 2018

Le contaba mi abuelo a mi padre, que su padre le contaba que había nacido de una «pianta di fico» (una planta de higo, en italiano). Mi padre así me lo contó a mí y yo así se lo he contado a mis hijos.

Pero qué significaba eso…, era una manera de decir que mi bisabuelo no había conocido a sus padres. Punto.

Hace unos 30 años atrás, tuve la oportunidad de viajar a Italia y entre los objetivos de ese viaje llevaba -como tantos que lo han hecho- conocer algo más sobre mis ancestros.

Llegué entonces, a Atessa, provincia de Chieti, región de los Abruzos, lugar de nacimiento de mi bisabuelo y de mi abuelo también.

Llevaba un dato, «28 de abril de 1868«, la fecha que me había dado, un tío de mi padre, como la del nacimiento de mi bisabuelo.

Me acerqué entonces al municipio de Atessa con la intención de averiguar más datos, tarea que supuse sencilla. Muy equivocado estaba.

Tras plantear mis intenciones, la primer respuesta fue que «estaban cansados de buscar información a partir de datos que se suponían fidedignos y que no resultaban serlo tanto» (Aclaremos que por aquellos años había comenzado el «boom» de la doble nacionalidad, para los descendientes de italianos que vivían en el exterior y casi toda la documentación la proveían directamente las propias comunas de origen, en base a datos suministrados por los interesados, que, es muy cierto, no siempre eran tan exactos como se presuponía; fechas que no eran, diferencias en el apellido, etc.)

Yo había hecho un viaje de miles de kilómetros con ese propósito y no estaba dispuesto a darme por vencido, por lo que insistí con el siguiente argumento: «Yo traigo un dato, una fecha, buscamos ese día en el libro correspondiente y si ahí no lo encontramos, buscamos un día antes y un día después. Si no está entre esos días. No molesto más».

Gracias a la buena voluntad de uno de los empleados, mi insistencia y la apoyatura de mi cicerone en esa ciudad, finalmente accedieron a buscar la información.

¿Qué era lo que buscábamos? Un acta de nacimiento. El acta, por tratarse de un año muy anterior (ya habían transcurrido más de 100 años) estaba en su correspondiente libro, «almacenado» en un depósito de la comuna, que según me dijeron, en épocas de Mussolini, había sido una cárcel.

Ese depósito estaba, si mal no recuerdo, a la vuelta del edificio comunal, a no más de unos 100 a 200 metros -aunque puedo estar equivocado- Hasta ahí fuimos, el empleado municipal, mi cicerone en Atessa -el geómetra Doménico Menna- y yo. El empleado buscó el libro en el que se encontraban inscriptas las actas del año 1868, buscó el mes…, el día… y para ese 28 de abril de 1868 y con el número 173, había una. La comenzamos a leer y correspondía a la inscripción del nacimiento de mi bisabuelo. La información que me había brindado el tío Vicente, había resultado ser exacta. Por supuesto, encontrar ese documento, me produjo una indescriptible sensación. Haber podido verificar ese dato que llevaba, ya colmaba las expectativas que tenía al respecto.

Pero, no sabía yo en ese instante, que había algo más, inesperado por mí…

Me dispuse a leerla en forma integral y ahí sí, muy grande fue mi sorpresa, al encontrame que en la misma se contaba la historia del «mito familiar».

Desde luego, no contaba lo de la «pianta di fico», pero sí, explicaba con lujo de detalles, que ese día, 28 de abril de 1868, se había presentado una persona, constaba el nombre de la misma, María Marcucci, ante el Síndaco de ese momento, manifestando que había encontrado abandonado a un bebé recién nacido, en una de las puertas de entrada al pueblo, denominada «Rione San Lorenzo». En ese mismo acto, el propio Síndaco, le otorgó un apellido: «COLACCINI».

Es por esta simple historia que considero que, el 28 de abril de 1868, es el nacimiento de mi apellido.

En ese momento, ante semejante testimonio y mi grata sorpresa por haber develado un misterio familiar, intenté sacarle una foto al acta para atestiguar la situación, pero el empleado que había accedido a mostrármela me dijo que no podía hacerlo ya que para ello necesitaba un permiso especial. Respetuoso de las normas, no insistí. Y hasta el día de hoy, el único testimonio del hecho, es mi recuerdo.

Más adelante, indagando sobre el caso, me comentaron que eran habituales situaciones como esa, de hijos no deseados, pero más que eso, que «comprometían el buen nombre y honor de la familia» que inmediatamente de haber sido dados a luz, eran retirados del domicilio por la misma matrona que había ayudado en el nacimiento y dejados «en algún lado», por ejemplo la puerta de un hospital o como en el caso de mi bisabuelo, en un lugar transitado, para que fuese encontrado y dado para su cuidado a alguna familia que lo quisiera.

En esa situación y para no comprometer a ninguna familia del lugar, lo que el representante del Estado solía hacer, era otorgarle un apellido que no fuese de la zona o de una cosa. Y así fue como a mi bisabuelo le impusieron el apellido.

Durante mucho tiempo, en mi familia, aún pese a desconocer la historia fehaciente, se sostuvo que el apellido era único, es decir, que nuestra familia era la única que tenía ese apellido, había sí, apellidos parecidos.

Con el advenimiento de internet, por mediados de los ’90 y casi como una de las primeras cosas que busqué en la red de redes fue mi apellido y ahí descubrí que hay algunos pocos más en otras regiones de Italia y hasta algunos en Argentina, que sé que no son descendientes de mi bisabuelo y en consecuencia no somos parientes.

Desconozco si, a su vez, estas otras familias, tienen una historia familiar similar o su apellido está apoyado en otras bases más acordes a la regla de la «heráldica»

Si sos parte de nuestra familia, sentite libre en usar cualquiera de estas imágenes: